Coge el diario en sus manos y comienza a pasar lentamente sus finas páginas con cuidado, como si el roce de sus manos pudiera romperlas. Se sienta, apoyando la espalda en la pared de su habitación y dobla las rodillas. Deposita sus recuerdos sobre sus piernas y comienza a revivir los momentos que un día escribió en las páginas de su vida. Siente otra vez las caricias que su madre le regalaba, los rayos de sol que chocaban con su piel cuando en su infancia jugaba en el parque. Se encuentra de nuevo en los primeros años de su adolescencia, con las manos de su pareja rodeando las suyas al mismo tiempo que se decían lo mucho que se querían.
Vive los recuerdos del pasado, como hace cada día, escucha notas de un tiempo ya lejano, siente el amor que sus seres queridos le ofrecieron, y se deja caer por el precipicio que le espera bajo sus pies. Cae y baja junto con el sol, sumergiéndose en las profundas aguas del mar. Mañana será otro día dedicado a recordar.
